La frontera es línea o fisura; umbral o cicatriz; límite o punto de partida; pathos y karma. En Tijuana la frontera no es solo un ritual de cruce, sino una condición omnipresente en la existencia, una manera de estar en el mundo.
No es casualidad que se denomine condición Border a un permanente estado pre-esquizofrénico, un oscilar entre dos hemisferios cerebrales, un eterno ir y venir entre el lóbulo frontal y lateral. Esa oscilación ha sido captada en una pieza musical y una imagen.
Deportado, video musical y documental a cargo de Pepe Mogt, encarna la esencia misma de atravesar y transgredir el umbral. En esa suerte de Finisterra llamada Bordo, donde una barda oxidada se hunde en las heladas aguas del Pacífico, vemos a un migrante consumar el salto al otro lado.
El hostil muro no tiene la fuerza para asesinar sus sueños y el migrante simplemente trepa y brinca en un movimiento propio de todo ser vivo que enfrenta un obstáculo en su camino. La imagen – absolutamente espontánea- es captada por la cámara de Pepe en la esquina noroccidental de Latinoamérica.
El migrante y su salto son reales. En mil y una formas diferentes, esa ceremonia de transgresión y rompimiento de barreras se repite todos los días en Tijuana. Transformada en la docuficción Quadripoint, la creación de Mogt ha sido llevada desde el Bordo hasta el festival Mutek de Japón y al museo de Geología de la UNAM, entre otros lugares.
Atravesar furtivamente el Bordo significa también traspasar nuestra frontera mental. La frontera sónica de Mogt es la deconstrucción del ordinario entorno en un microuniverso. Fierro, agua, piel, arena, sudor, sal, sangre, vistos e interpretados como simple conjunción molecular, reducidos a las igualitarias partículas elementales.
En este sui generis video, el músico se adentra a las entrañas del absurdo muro, una estructura de metal que cada segundo es carcomida por la naturaleza y por sinsentido. La furia del Pacífico, la omnipresencia del salitre, la terquedad del viento van minando una frontera de óxido que todos los días es atravesada por miles de gaviotas, delfines y peces que van y vienen en un espacio eternamente custodiado por helicópteros, patrullas y radares capaces de detectar la respiración de una liebre. El muro como una víbora de metal reptando sobre una topografía imposible; torrente de luz y fierro serpenteante entre la colina, el barranco y el litoral; la mórbida columna vertebral de nuestra fronteriza anatomía; la gran ficción geopolítica del mundo moderno.
El Bordo de Mogt es el de los cuatro elementos de la naturaleza deconstruidos y llevados su esencia molecular. Es arena, agua salada, aire frío y fuego interno yacientes en un cruce caminos, la encrucijada en donde bifurcan cuatro fronteras creativas: sónica, visual, narrativa y ambiental.
Las creaciones artísticas destinadas a quedarse a vivir en nuestra psique, son aquellas capaces de interiorizarnos, las que nos llevan de la mano a emprender un viaje a nuestras propias profundidades. Al transgredir nuestras fronteras mentales y regresar a la esencia de partícula elemental, algo se rompe y algo nace. Acaso todos somos deportados de ese ignoto interior, prófugos eternos de un Bordo ontológico. (DSB)