Por: Ulises Kentros (@UlisesKentros)
Hace casi seis meses inició la intervención rusa en Siria, y en ese momento parecía que sería una catástrofe para Rusia. Una vez más, la potencia se metería en una guerra en la que no puede ganar, gradualmente sacrificando recursos y gente para cumplir una abstracta meta geopolítica. Sin embargo, el 15 de marzo, Vladimir Putin, el presidente ruso, declaró súbitamente que la intervención llegó a su final pues sus objetivos fueron cumplidos. Fue el momento de declarar “misión cumplida”. Algunos ironizaron el repentino cambio de estrategia con el hashtag #PutinRuns. ¿Qué sucedió?
La intervención rusa en Siria fue lanzada para detener el avance del terrorismo en Siria -o al menos esa es la narrativa oficial. Para ellos, recuperar el territorio perdido a manos de ISIS/Daesh o de Al Qaeda en Siria sería clave, pues les arrebataría la posibilidad de lanzar ataques a otros países desde ellos. Encima de eso, la amistad entre los gobiernos rusos y sirios tiene una larga trayectoria, ya bien asentada al inicio de la guerra en Siria. Rusia, al tener una base militar en el territorio sirio, en Tartu, ya contaba con las capacidades para responder de manera rápida a la amenaza de un estado controlado por terroristas.
Eso hace más enigmática la repentina retirada de Rusia. Aunque limitada ante todo en el despliegue de su fuerza aérea, en dado momento pareció que, menos que un repentino cambio en la trayectoria de la guerra, apenas sirvió para evitar que el ejército sirio se estancara en el conflicto. Pronto, se consolidaron algunos avances para el régimen de Al-Assad, abriendo la posibilidad que el conflicto ya no pueda terminar con su remoción. A la vez, el conflicto en Siria costaba pocas tropas a Rusia. Realizar bombardeos es caro (una bomba cuesta millones de dólares), pero al no exponer tropas rusas al peligro, el costo político de intervenir no es tan alto (una guerra puede ser popular hasta que comienzan a llegar los ataúdes de los caídos). Además, como comentado antes en este espacio, la amenaza de ISIS/Daesh también es real para Rusia, pues ese país también tiene un problema de terrorismo islamista. Acabar con esos grupos antes que puedan amenazar a Rusia pudo haber hecho muy atractiva, en un sentido estratégico, a la intervención en Siria.
Sin embargo, los avances hechos contra los grupos terroristas no fueron suficientes para neutralizar la amenaza de ISIS/Daech, de Al Qaeda o de la oposición a Al-Assad en general. En lugar de resultar en un “Vietnam ruso”, parece que la intervención fue no más que una breve aventura. Entonces, ¿por qué retirarse ahora? Dos teorías han circulado. Una, publicada en Vox, establece que la meta de Putin fue, desde el inicio, obtener una mejor posición al momento de negociar el fin de la guerra, en Génova. Encima de eso, la intervención sirvió para mandar el mensaje que no se permitirá la intervención de otra potencia o país vecino, pues Rusia respondería nuevamente. Otra teoría, es que los grupos rebeldes a los que la fuerza aérea rusa atacó en Siria se hicieron de misiles anti-aéreos suficientemente capaces para prevenir que los aviones rusos puedan ponerse en posición de atacarlos. Este es un escenario de pesadilla, pues la intervención aérea es una manera en que Rusia, pero también otras potencias, han podido influir el transcurso de la guerra. Perder esa capacidad los dejaría solamente con la más costosa opción de emplear fuerzas especiales o, en el peor de los casos, al ejército. Eso puede ser una realidad pronto, pues se ha sugerido que Arabia Saudita ya provee a algunos grupos en Siria con esa capacidad. Que Rusia haya ajustado su intervención, puede sugerir que precisamente eso ha sucedido.
En los días siguientes, iniciarán las mesas de negociación para intentar terminar el conflicto en Siria. La intervención rusa, realizada y aparentemente concluida justo antes de su comienzo, tendrá un impacto en cómo se llevarán a cabo, y a cuál conclusión llegarán. La ventana para volver a lanzar una intervención en el conflicto sirio se mantiene abierta a pesar de las pérdidas recientes de ISIS/Daesh, por lo que observar cómo maniobrará la diplomacia rusa en los días siguientes será crucial.