Contados directores de cine actuales logran mostrar una línea constante y resonante a lo largo de su filmografía. Guillermo Del Toro es uno de los pocos cineastas modernos que destacan por su mítica estética, su apego a los métodos tradicionales para hacer cine y sus criaturas y espectros salidos de cuentos de hadas e historias de terror, los cuales han cautivado a la audiencia por más de 20 años con cintas como El Espinazo del Diablo, Cronos, Hellboy y El Laberinto del Fauno.
Ahora, con un regreso a sus orígenes y cambiando la metodología de trabajo y su fuente de inspiración, presenta The Shape Of Water, un romance fantástico entre una criatura y una peculiar mujer. La historia está situada en 1962, un año que Del Toro percibe como un punto clave en el desarrollo de la cultura estadounidense, un cruce en el pasado anhelando un mejor futuro.
Nos encontramos con el ganador del Golden Globe a Mejor Director, para hablar más a fondo de este trabajo, ese que le llevó años de producción y que lo remonta a su niñez, viviendo en un mundo de monstruos, princesas y romances que en algún momento parecieron imposibles.
Uno de los elementos más destacados de The Shape Of Water es el diseño de producción desde el punto de vista gráfico, con elementos futuristas de la década de los 60 e imágenes publicitarias de la época. ¿Cómo trabajaste los aspectos visuales?
«Lo que hicimos fue empezar muchos, muchos meses antes de que entrara un diseñador de producción. Iniciamos básicamente Guy Davis y yo, solos, por varios meses, diseñando el departamento de Eliza, el laboratorio, no exactamente cómo quedó pero los principios generales, para encontrar un lenguaje.
«Lo demás consistió en articular la historia a través de imágenes, es decir, hay dos departamentos contiguos que comparten una ventana que tiene la forma de una ola.
«Comparto un departamento en el que el papel tapiz parece escamas de pescado, comparto un departamento en el que las manchas de humedad están reproduciendo un grabado japonés, La Gran Ola de Kanagawa. Son cositas que están ahí.
«El tipo de futurismo que mencionas es tecnología de los 60 que debía representar una época y tenía que ser gráficamente potente. La codificación de colores, por otra parte, está controladísima para contar la historia: los azules son para el agua, los dorados para el aire, el verde para el futuro y el rojo para el amor y el cine. Esos colores están muy cuidados en la película, no verás ninguno que no debiera estar ahí.
«Las formas son igualmente deliberadas. Todo eso está listo para cuando llega el diseñador de producción y a partir de ahí comienza el verdadero diálogo.»
El personaje de Sally Hawkins es impresionante. ¿Cómo trabajas desde la preproducción para que el espectador sienta los movimientos e identifique las características del protagonista?
«Lo primero que hice con Sally fue regalarle un kit de Blu-rays y DVDs que incluían a Harold Lloyd, Buster Keaton, Charlie Chaplin y Stan Laurel y le dije: “Estudia a los comediantes de la época del cine mudo para que puedas ser una actriz de cine mudo. Tu mirada y tu cuerpo deben tener la precisión, gracia y pureza de esos actores.” Ella lo estudió efectivamente y logró un personaje único, potentísimo.»
Se dice que los orígenes de Creature From The Black Lagoon surgieron en una conversación entre Gabriel Figueroa y William Alland sobre una criatura mitad hombre, mitad pez, que existía en el Amazonas. ¿Podríamos decir que ese es un común denominador con The Shape of Water?
«Sí, es verdad que Gabriel Figueroa platicó sobre el pez del Amazonas y que a partir de ahí surgió la película de Universal.
«Lo que es hermoso para mí es que esta película surge de mis recuerdos de mis años mozos. Tenía alrededor de seis años y estaba viendo una cosa en el Canal 6 de Guadalajara llamada Cine Permanencia Voluntaria, ahí pasaron La Criatura de la Laguna Negra, la vi y me enamoré de la historia romántica, pensé, ¿por qué la muchacha y el monstruo no acaban juntos?”. Me tomó cuarenta y tantos años remediar la situación.»
La película logra transmitir un sentimiento de soledad por medio de todos los personajes. ¿Cómo manejas este sentimiento desde el set?
«Bueno, creo que, por ejemplo, es importante que el actor muestre la emoción adecuada, además de tener la cámara a cierta distancia. Lo podemos ver con Sally, pequeñita en su departamento, limpiando sus zapatos, y luego la vemos en close up. Tienes ese momento en que ves el departamento y a ella en medio, limpiando los zapatos, una acción chiquitita.».
Toda esta cuestión de los matices y las personalidades de los personajes también se notan en el diseño de vestuario. ¿Qué es lo que tratas de reflejar en este rubro?
«El diseño de vestuario lo hace Luis Sequeira, un tipo fenomenal. Con él trabajé en Mamá, de Andy Muschietti, y The Strain, la serie de televisión. Él entiende muy bien que el diseño de vestuario no es visual, es narrativo; es decir, el que alguien tenga un pequeño suéter o una bandita en el pelo da carácter al personaje, te dice si es modesto, si es privado… por lo que el diseño del personaje está completamente unido al diseño de vestuario.
«El personaje de Michael Shannon tiene trajes hermosísimos, hechos a su medida, es un tipo vanidoso al que le gusta verse bien, se lava las manos constantemente. Cuando el monstruo le arranca dos dedos de un tirón sabes que lo odiará por el resto de su vida y esto viene del vestuario. La ropa de Shannon fue de las más costosas por las telas y la hechura, de precisión inglesa.»