El experimento que no terminó en éxito, una retrospectiva a The King Of Limbs de Radiohead

// Por: Oscar Adame

vie 22 febrero, 2019

Han pasado ocho años desde el lanzamiento de King Of Limbs (2011), octavo álbum de estudio del quinteto más famoso y aclamado de Oxford, Inglaterra, Radiohead. Un material que es comúnmente visto como uno de los pocos tropiezos que ha tenido la agrupación en una carrera de poco más de 30 años, subvalorado gracias a una línea de hermanos que incluyen a discos tan importantes como el visionario rock-pop de temática distópica OK Computer (1998) y el vanguardista con tintes jazz a electrónicos de Kid A (2001).

Contrario a aquellas propuestas sonoras, el efecto de The King Of Limbs (2011) sobre la música pop ha sido difícil de notar para la crítica y sus seguidores debido a la decepción que representó para aquellos que lo esperaban. Aun siendo uno de los principales pilares para el desarrollo de géneros como el vaporwave y de contener un puñado de las mejores canciones que la banda ha compuesto en su carrera, bajo un esquema compositivo completamente distinto al que nos tenían acostumbrados, el álbum fue rápidamente categorizado como un let-down dentro de los círculos de escuchas de la música alternativa. Desesperados ante el extraño caleidoscopio sonoro que crearon Thom Yorke y compañía a base de loops sampleos. 

Una tendencia en la música electrónica

Habían pasado poco más de cuatro años desde que la banda lanzó su material más pop y emocional hasta la fecha, In Rainbows (2008). Una joya de poco más de una hora de duración que llegó cargando una serie de canciones complejas con una profunda carga emocional. Todo en ese álbum significó una experiencia intensa para sus escuchas desde el primer momento. Largos y vistosos pasajes instrumentales, lindos apremios de guitarra, momentos de catarsis absoluta tras violentos up-tempos y la voz de Yorke relatando historias de desamor con varias de las grabaciones más emotivas que se tienen del vocalista. 

El álbum fue un éxito, cosechó el primer lugar en las listas de éxitos de un buen puñado de países alrededor del mundo, incluyendo Reino Unido, y representó una nueva bocanada de aire fresco para una banda que empezaba a repetirse en sus discos previos. Además, la forma en la cual se estrenó, terminó por ser una revolución dentro de la industria discográfica, abriendo su descarga gratuita a través de la Internet. La emoción por tener un nuevo material del quinteto no se había intensificado tanto desde OK Computer (1998) y siguiendo con su historia, Radiohead volvió a entregar absolutamente todo lo contrario de lo que se esperaba de ellos. 

Así como pasó diez años antes con Kid A (2000), Radiohead decidió desechar la idea que le colocaron los medios a sus lectores de que ellos serán los salvadores del rock. Nuevamente la banda decidió dejar sus guitarras a un lado y retirarse a experimentar con las ideas más vanguardistas de la producción de música electrónica. Tras integrar pasajes IDM a su música, influidos en el trabajo de Aphex Win y Boards of Canada a principios de los dosmiles, en la dieces decidieron unirse a Panda Bear en su visión de homogeneizar la música concreta dentro del rock-alternativo más popular, creando piezas construidas sobre sampleos loops de grabaciones de sus instrumentos y elementos encontrados en la Internet. 

Con instrumentaciones construidas con pequeños beats que por momentos recuerdan al minimal-techo y por otros al dubstep, Radiohead intentó “crear un nuevo tipo de experimentación dentro de nuestra carrera, uno que involucrara tocar y programar, nada de pararse a tocar la guitarra o sentarse en frente de una computadora”, de acuerdo al guitarrista Jonny Greenwood. Un disco transitorio entre distintos tipos de procesos, el cual nunca terminó por llevar a algo nuevo, tras el estreno del mucho más convencional A Moon Shaped Pool (2016). 

Para ello, Greenwood creó un software para el sampleo de sonidos a base de bloques, el cual le facilitó a la banda el editar y crear largos loops de sonido. “Una versión extraña y mierdera de Ableton Live”, a palabras de su programador. Sobre las bases, Yorke compuso melodías y letras para su acompañamiento. Ed O’Brien le contó a la revista Rolling Stone que “los bloques tenían la intención de golpearnos cuando algo estaba siendo genial, como en ‘Bloom’, pero no estaban terminados hasta que Colin metiera una línea de bajo y Thom empezara a cantar”. 

El dibujo de un árbol sonoro

Con el paso de los años se ha vuelto icónica una frase que dijo Liam Gallagher respecto al material. Él se encontraba trabajando en el mismo estudio de Los Ángeles, California, que Radiohead en el segundo material de su banda Beady Eye cuando escuchó un segmento.  “Escuché ese puto disco de Radiohead y solo dije: ‘¡¿Qué ?!’. Me gusta pensar que lo que hacemos, lo hacemos jodidamente bien. ¿Están escribiendo una canción sobre un maldito árbol? ¡Dame un puto descanso! ¿Un árbol milenario? ¡Vete a la mierda!”, comentó en su momento. 

De acuerdo a lo comentado por Thom Yorke, el álbum es un material conceptual en el cual se profundiza respecto al mundo post-apocalíptico que se acerca tras el desabasto de los recursos naturales. Su título es una referencia directa a un árbol milenario que se encuentra en medio del Savernake Forest, en Wiltshire, Inglaterra. Una figura larga y atemorizante que se alza como un lugar frío de fantasía. 

Como la niebla que normalmente oculta su delgada silueta, la música del álbum cuenta con elementos que distorsionan el sonido de sus bases. Con melodías lentas que profundizan en la contemplación de la naturaleza, cantos que se repiten a modo fantasmagórico y lindas armonías a guitarra y piano, repetidas a base del famoso sampleo. Escuchar este disco es como observar al árbol con el ritmo formando al tronco base de sus detalles. De acuerdo al guitarrista Ed O’Brien, “el ritmo es The King Of Limbs, el ritmo dicta todo lo que aparece en cada una de las canciones, es muy importante“. 

Tras nueve años de su lanzamiento aun sorprende que sea considerado como una obra menor. Su influencia se ha notado a lo largo del tiempo, con productores como Blank Banshee y 2814 afirmando el impacto que ha tenido sobre su propio trabajo. Sin embargo, no corrió con la misma suerte que Kid A (2000) dentro de la visión popular.

Lo que le falta de violencia a The King Of Limbs (2009) le sobra en texturas. Es un material dulce y compacto que te transporta a un mundo de ensueños, donde la repetición y los susurros atemorizan a aquellos que no comprenden lo que sucede a su alrededor. Un material que tristemente quedó relegado por los escuchas y la banda misma como una isla separada del resto de su discografía. Un digno experimento musical que quedó en la nada.