//Por: Oscar Adame
Judas el Desgraciado es un pinche loco que entre los ambivalentes paisajes citadinos, el gran repertorio de personajes que lo habitan y las ideologías radicales que se ven en los televisores y que se escuchan en las radios de cada esquina, pretende diferenciarse al ser parte de todas y cada una de ellas tanto estética como musicalmente. El proyecto de Christian Sanchez es una extraña fusión de todas las cosas que te gustan, y también de todas las cosas a las cuales detestas.
El resultado es curioso, por decir poco. Beats somníferos, escalas progresivas, sintetizadores alargados, un bajo que parece sacado del tema de un videojuego de principios del milenio y la guitarra de Paco, el Hawaiian Gremlin, es lo que ocupa el Judas para establecer la base de la mayor parte de las canciones de su disco Comida Chatarra Para Nerds (2016). Base que queda destrozada con rompimientos armónicos inesperados cargados por beats pesados y rápidos, que por momentos recuerdan a lo mejor de Aphex Twin, siempre acompañados por diálogos absurdos.
El background de Judas es amplio y muy extraño. Christian reconoce que su música es como un collage influido por la música de sus amigos los Hawaiian Gremlins, Mint Field, Jóvenes Adultos y Big Big Love. Sin embargo su música se siente algo más cerebral y densa que la de estas propuestas y es ahí donde entra una de las características más interesantes de este chico.
Antes de hacer música, a la familia de Christian se le reconocía por una cosa: diseñar e imprimir ropa. Christian vivió rodeado por imprentas y telas de todo tipo y su trabajo desde muy chico fue el diseñar todas las cosas que puedas imaginarte impregnadas en una playera. Su sobre-exposición a las imágenes de ropa de marca y de piezas que puedes encontrarte en un mercado pirata, lo convirtió en un artista visual de un indudable talento, sobretodo en el collage, y es de ahí de donde sale el por qué de su extraña música.
‘Hacer ropa es algo hermoso. Agarras un bolso de por allá, agarras esta otra tela de por acá, las juntas, las imprimes y tienes algo que puede quedar muy chido. Me encanta la idea de hacer ropa, porque cuando alguien se pone algo que tú hiciste, tú estás con él’-. Es lo que me dice el rostro detrás de Judas en la terraza de su departamento lleno de pinturas impresionistas parecidas a las de Francis Bacon, de figuritas de luchadores mexicanos, de discos viejos de vinilo, de figuras eróticas hechas por él mismo con cerámica, y libros de historia.
Lo que me dice jamás lo había pensado de esa manera. La ropa sólo es ropa, pero la música, la música cuando la escuchas sí se convierte en una compañía. Pero ¿qué pasa cuando se crece en un ambiente en donde las compañías son casi infinitas; qué pasa si a más del 80% de aquellos entes los terminas por detestar y quieres librarte de ellos? Christian convirtió a todas las ‘Beyonce’, ‘Justin Bieber’, ‘Godines’, ‘Hipsters’, ‘Vedettes’ y ‘Maussanes’ del mundo en un personaje que parece sacado de un programa de Adult Swim: Judas el Desgraciado.
Sólo es necesario ver los títulos de los temas lanzados por Imaginary. Square. Room a finales del año pasado para ver que esto es una gran broma, una broma que encanta, pero a fin de cuentas una broma: ‘El Show de los Frikeados’, ‘Fiesta del CONALEP en el 222’, ‘Viendo la T.V.’, ‘Qué Mal Plan’, etc… Cada título sirve para introducir a un momento, cada vez más extraño, dentro de la cabeza de Judas.
‘Comida Chatarra Para Nerds’ termina siendo, pese a su ridícula intención, uno de los discos más redondos y propositivos lanzados el año pasado dentro de la industria de nuestro país. La gran cantidad de géneros que se presentan dentro de sus 9 tracks es abrumadora, y lo es aun más tomando en cuenta de que el sentir somnoliento del disco se mantiene firme en cada momento, aun y en aquellos llenos de gritos y de las guitarras punk más sucias que te puedas imaginar.
Personajes burlones, extraños, violentos, groseros, pero brillantes como el Judas faltan y es por ello que este disco, y todo el trabajo que ha hecho Christian hasta el momento, es una escucha que vale su duración en oro. No te arrepentirás.