Hace semanas leí una entrevista con Ernesto Adduci, productor del Rock Fest, en el blog de Víctor Fernández. Llegué rápidamente a mi conclusión: el tipo, como muchos en la escena local, se encontraba estancado en los momentos de gloria de antaño. Confirmé mis pensamientos con la mención extraoficial de ciertas bandas -poco vigentes- para un potencial regreso del festival.
Sin embargo, esta semana hicieron un anuncio en el que dejaron claro que el Rock Fest quiso actualizarse, y que Adduci buscó el consejo de conocedores de la escena actual. Para mí fue agradable ver la inclusión de proyectos frescos, relevantes y actuales. Para la escena, éste es un nuevo reconocimiento de que se vive un buen momento, en el que hay mucha música nueva, alguna de indudable calidad. Razón principal del retorno del festival.
El Rock Fest de este año es, por primera vez, el evento de una promotora internacional cuyo cartel es en su totalidad local. Evenpro apuesta por que se puede ofrecer un espectáculo masivo que utilice sus recursos y experiencia con bandas ticas. Esto es totalmente rescatable. De la mano de Adduci se abre una nueva oportunidad de negocios para una empresa líder a nivel regional. Es interesante considerar que Evenpro (u otra promotora internacional) podría ser promotor de talento local, dentro y fuera del país.
En el contexto de que existen proyectos relevantes que pretenden obviar el pago a las bandas, el Rock Fest sí les está pagando. Ahora bien, no el mismo monto a todas, ya que no todas aportan el mismo valor al cartel. Éste es un tema controversial en nuestro entorno ya que estamos acostumbrados a que se ofrezca igualdad de condiciones. El Rock Fest pone en evidencia que, si bien es cierto que hay buena cantidad de talento local merecedor de un puesto pago en el evento, no todo tiene el mismo peso. A veces nos cuesta reconocer que unos son más importantes que otros para un evento, una marca o un medio.
El Rock Fest anuncia 21 de 25 bandas y desata una reacción en redes sociales en la que bandas y seguidores, por igual, sugieren grupos para los últimos 4 puestos. Yo no veo malo el querer ser parte del Rock Fest, ni lo avergonzante en solicitar apoyo para participar. No juzgo las razones por las que una banda quiera o no hacerlo.
Siempre he notado que la emoción de ser incluido o excluido le gana a la razón. Nunca sobra un acto de autoanálisis de parte de las bandas. Está bien tener ganas de tocar en el Rock Fest, pero considero prudente, antes de juzgar al evento, sus organizadores, o demás involucrados, mejor preguntarse a uno mismo, ¿por qué no me tomaron en cuenta?
Al rato la banda no es tan relevante como ella misma considera, al rato lo fue, pero no ha sacado nada nuevo y ya no lo es. Al rato es relevante para un nicho de mercado que no es la audiencia de este evento. No hay que tomarse la inclusión o exclusión de estos eventos como un rechazo personal, pero hay que estar consciente de que probablemente otros están haciendo mejor las cosas (siempre hay campo para mejorar), o que aplican más en el evento.
Por ejemplo, hay promotores que valoran, correcta o incorrectamente, que una gran cantidad de seguidores en redes sociales es una fuente potencial de venta de entradas; y la venta de entradas es su negocio. Según me comentan, ya más de 100 bandas han solicitado su consideración para esos úlitmos 4 espacios: muestra de que tenemos una escena prolífica y deseosa de ser vista. En este sentido el Rock Fest esta mostrando la necesidad de más plataformas para la exposición del talento local.
Al final del día, lo mejor que podría pasar es que el Rock Fest sea un éxito rotundo. Que en efecto haya una audiencia con ganas de ver una buena muestra de talento local en un evento de estas dimensiones, y que esté dispuesta a pagar una entrada para hacerlo. Eso genera industria, y eso es lo que nos falta. Ante la falta de industria, nuestro contexto lo definen dos extremos: conciertos grandes que marcas regalan para la promoción de sus productos, y conciertos pequeños autogestionados por las bandas -comúnmente como entretenimiento de un bar. Los primeros acostumbraron al público a no pagar por un espectáculo, y los segundos limitan cuánto se puede cobrar y qué tanto se pueden producir el evento. Considero que si se desarrollan exitosamente oportunidades en el medio de estos extremos, como el Rock Fest, todos ganamos.
Estaremos el 20 de abril apoyando el Rock Fest. Su potencial éxito podría ser un catalizador de la escena, como lo fue hace 10 años.