Top 20 discos del 2015: “The Magic Whip” – Blur #WARPyearbook15

// Por: Staff

jue 31 diciembre, 2015

The Magic Whip

Blur

Warner Music

Por Alonso Valencia

Este año sucedió uno de los hechos que para muchos –incluido quien escribe– eran impensables. Blur, la banda que alcanzó el estatus de legendaria tras la disolución, las peleas y los muchos proyectos que nacieron de estos cuatro talentosos hombres de Reino Unido, entregó un nuevo e inesperado material discográfico.

Cuando los chicos malos del britpop se reunieron en 2008 la artimaña parecía más una táctica por revivir éxitos del pasado y engordar sus bolsillos considerablemente. Después de una gira mundial, un nuevo álbum en vivo, risas por aquí y lágrimas por allá, realmente parecía que tendríamos Blur para rato, y este fue el punto clave para demostrarlo.

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Ahora bien, ¿cómo lograr lo mismo que con aquellos álbumes clásicos de donde salieron himnos como ‘Tender’, ‘Coffee and TV’ o ‘Beetlebum’? El cuarteto de Londres tuvo la respuesta perfecta: No lo intentes. Con The Magic Whip Blur hizo todo lo contrario a lo que había hecho más de 16 años atrás: En una tierra que no tiene nada que ver con Blur, en un estudio que no tiene nada que ver con Blur, usando sonidos que no tienen nada que ver con la banda y grabando en tiempo récord, muy diferente al que se ocupó para crear otros materiales (cinco días), este álbum tiene una esencia diferente a la de trabajos anteriores de Rowntree, Coxon, James y Albarn, colocándolo como una pieza que complementa la historia de esta cambiante agrupación que nació hace 27 años.

Este disco combina el sabor del trabajo solista de Albarn, como podemos notar en ‘Thought I Was Spaceman’; la fuerza de Graham Coxon que se había perdido, en ‘Go Out’; la esencia del Blur de Parklife (1994) en ‘I Broadcast’; el poder lírico a modo de balada ‘The Universal’, en ‘Mirrorball’; toda la magia de la banda aglomerada en ‘Lonesome Street’, y los obvios sonidos de China esparcidos por todo el disco… ¿Qué más se puede pedir?

Sí, no es su mejor disco, pero nunca intentó serlo y, más bien, nos muestra la fórmula perfecta del comeback: Intentar algo completamente nuevo y no replicar lo que ya se ha creado en el pasado. Este nuevo trabajo no suena a nada que pudieran haber escuchado este año, y eso lo hace fundamental. Saber que Blur sigue vigente nos da una clara lección de que el talento sigue derrotando a la necesidad comercial, y demuestra que tener de nuevo a todos a bordo –productor incluído– logra magia en el estudio, superando a ese resultado frío y agridulce llamado Think Tank (2003) y regalando una nueva pieza clave en la historia de una banda única.

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