No fue una sorpresa que Death Grips anunciara ayer que su disco ya había sido filtrado por piratas cibernéticos, compartiendo el link en sus redes sociales. Si este trio de hip-hop experimental de Sacramento ha obtenido su gran fama por algo en especial, eso es por dirigirse de una forma completamente acorde a lo que es su música.
Extremistas en la violencia que generan sus instrumentaciones cargadas de elementos, de ritmos frenéticos y de sus líricas, repletas de gritos disonantes que muestran el imaginario de un hombre que podría ser descrito como un psicópata. MC Ride, Zac Hill y Andy Morin se han convertido en la agrupación contestataria más importante de la era digital porque tienen una gran capacidad de llevar todo a los extremos y Year of the Snitch (2018) no es distinto.
La burla al Internet y a las redes sociales ya la habían experimentado en I Love Deep Web (2012), un disco icónico gracias a la forma en cómo fue lanzado. Tras una discusión con su sello discográfico, la gigantesca Epic, Zac Hill decidió liberarlo vía SoundCloud sin permiso, aun sin terminar, y con una fotografía que le tomó unos segundos antes a su pene. La industria quedó aterrada, la disquera los demandó y a Death Grips no le importó, se burló de todo lo que pasaba en sus redes sociales, filtrando correos, utilizando a una fanbase enloquecida para ejercer presión y ganar publicidad. Todo les salió bien, son ahora una agrupación masiva cuyos lanzamientos nunca pasan desapercibidos, aunque el discurso y la música de aquel lanzamiento sufrió de la impulsividad del acto.
Es muy sencillo relacionar a Year of the Snitch (2018) con I Love Deep Web (2012) y no por razones inmediatas y obvias como la música en sí o el grupo. El discurso del mismo da para entender que se trata de un nuevo intento por parte del trío para criticar a la cultura web desde su epicentro, que brilla gracias a sus experimentos sonoros, repletos de elementos glitch que no hacen más que agregar una capa bastante interesante al mensaje.
El Glitch es un género musical que emergió a principios de los años 90 cuya base son los sonidos generados a partir de fallas en sistemas cibernéticos y por años se ha utilizado en sub-géneros como el IDM y el Chill-Out para crear atmósferas frías, complejas melodías y agregar una ‘modernización’ a las canciones. Tipos como Aphex Win, The Orb, Boards of Canada, Grimes y Björk lo han utilizado enalteciendo a la cultura web y es que este estilo musical se ha convertido en una parte fundamental de lo que es el imaginario que se tiene de la Internet. Contrario a todos estos artistas, Death Grips toma a este género y lo transgrede de tal forma que lo que queda son instrumentaciones violentas perfectas para criticar algo de lo cual no pueden salir.
Este disco es un ataque hacia la cultura web desde su inicio, con ‘Death Grips Is Online’, una canción que instrumentalmente es una locura, con elementos saliendo y entrando de la melodía como locos. MC Ride grita que ya está conectado en la web y que su comunidad de amigos hijos de puta le van a llenar el día de rosas azules, haciendo énfasis en la inexistencia de lo cibernético. El título de la canción tiene un segundo grado de lectura, pues se refiere a un twit que la banda lanzó poco después de recuperar su cuenta en la red social de manos de Epic Records.
Algo interesante en el disco es que todas las canciones están conectadas instrumentalmente entre sí, por medio de rompimientos armónicos previos o por puentes instrumentales que funcionan como forma de unir el outro de una canción con el intro de otra, como si estuviéramos saltando de enlace a enlace. Es por ello que la llegada del tercer sencillo, ‘Flies’, no es notoria a primera escucha y el tema sólo toma una identidad propia hasta que entra el primer coro con esa guitarra aguda en el fondo.
‘Black Paint’ sobresale desde el primer momento con ese downtempo y la entrada de un beat muy poderoso. MC Ride grita que ya se cansó de que las “moscas” lo sigan y decide pintar todo de negro, lo que sigue es una canción en extremo violenta, repleta de sonidos entre sintetizadores distorsionados, solos de guitarra repletos de fuzz, intensos sampleos y al rapero gritando a todo pulmón. Es sin duda uno de los mejores momentos del disco.
Tras un momento tan extremo, la banda decide reposar un poco con ‘Linda’s in Custody’ y ‘The Horn Section’, un instrumental que sirve para que Andy Morin interprete un solo de batería de características quasi-jazzísticas. La primera canción, aunque no sobresale en la mayor parte de su corte, cuenta con un outro brillante.
‘Hahaha’ es una oda contra el sexting, en el cual el rapero compara a la gente que se manda fotografías íntimas con los cerdos, los perros y los locos que cogen con cerdos y perros. ‘Sithsow’ no es muy distinta, sólo que ahora los señalamientos son contra los medios que comparten fetiches y contenido provocativo. Ambas canciones son un punto bajo en el disco pues aunque su mensaje es interesante, las líricas resultan en señalamientos que no tienen una relación coherente entre sí y en general son piezas muy repetitivas, por muchos elementos que tengan no agregan algo de valor al disco.
‘Streaky’ por otro lado es un punto muy alto, el primer sencillo del disco es una pieza tranquila y muy bailable, llena de elementos que podrían hacer salido de una mala pieza de EDM que en su conjunto terminan por entregar algo muy interesante. La canción no es sólo una gran ironía, también sirve para que el personaje de MC Ride exprese el por qué aunque odia al Internet, sigue siendo parte de él.
La canción más esperada de este disco llega a continuación, pues ‘Dilemma’ contiene una de las colaboraciones más extravagantes en la historia de la música moderna. El tema es introducido por la voz de Andrew Adamson, director de la popular cinta animada de Shrek (2001), una muestra en la cual Death Grips nota que no sólo está dentro de algo a lo que odia, si no que es parte fundamental de él. Shrek y Death Grips tienen un historial amplio de memes desde hace años, con miles de personas dibujando comparativos entre la película y la música del trio, que los de Sacramento hayan decidido utilizar al director de la película en un disco que critica al contenido web no es una casualidad y la canción no decepciona, es una pieza muy divertida, en extremo bailable y que emociona con la línea chiptune de sus puentes instrumentales que funciona como un gran gancho.
‘Little Richard’ inicia con una serie de disonancias que derivan en un beat enérgico, en sonidos glitch y en una voz robótica que declara que Little Richard, un juego de palabras para referirse al pene, se vuelve más grande cada vez que da click en algo. Al igual que ‘The Fear’ no es una canción que sobresalga en especial, aunque son temas bastante distintos que aportan una visión interesante respecto a lo que la banda puede hacer con elementos que normalmente no se encuentran dentro de su propuesta.
‘Outro’ y ‘Disappointed’ son una burla brillante respecto al posible recibimiento que el disco puede tener dentro de las comunidades virtuales de fans de Death Grips. Es un experimento interesante, pues rompe por completo con la cuarta pared y se atreve a colocar un espejo delante del escucha, relatando los pensamientos que pudiera o no tener respecto al material en los versos y con el personaje vale-madrista de Zac Hill golpeándolo en los coros.
En la suma es un disco brillante en la forma en cómo maneja su discurso que aunque cuenta con canciones que se disfrutan en sí mismas, sólo tienen sentido en su suma en el álbum. Este material no es perfecto, cuenta con varias piezas que no mantienen el ritmo y que pueden llegar a ser repetitivas, al igual que las líricas de Hill que en este momento parece estar haciendo un flujo de conciencia sin profundizar mucho en detalles o en una narrativa concreta.