Beach House – 7 #WARPReviews

Calificación

9.0

Beach House

Arts & Crafts México

// Por: Hermilo Isaac

vie 11 mayo, 2018

Artista: Beach House

En el 2015 Beach House nos trajo 2 discos con un sonido distinto entre ellos, con una tristeza de la que da un extraño placer hablar en el Depression Cherry y un sonido más dinámico en Thank Your Lucky Stars, pero fue con éste último con el que nos quedamos a la expectativa del siguiente trabajo.

Es difícil hasta cierto punto definir con certeza el sonido de Beach House, pero en numerosas ocasiones se les ha comparado con Cocteau Twins y Slowdive, siendo grandes referentes del Dream Pop. Incluso la voz de Victoria Legrand como apología a la de Hope Sandoval.

En este regreso hay una correlación con el número 7, que además de ser el título de su álbum, es su séptimo lanzamiento de estudio, con lo que suman un total de 77 canciones. ¿Alguna fijación o significado místico con esta cifra? No lo sabemos. Los perfiles de Victoria y Alex suelen ser bastante reservados.

El disco tiene distintos tipos de texturas, y vaya forma de abrir y romper el hielo de la espera con ‘Dark Spring‘ y esa batería, cambiando lo que sabíamos antes de ellos. De súbito, un bajón, de nuevo en algo muy cercano al Slowcore y esa forma de acompasarnos la respiración con cada cambio de acorde como lo hace ‘Pay No Mind’.

 

Beach House anunció su regreso en conjunto con el lanzamiento de ‘Lemon Glow‘, un tema por demás inmersivo, incluso si no fuera por los hipnóticos visuales de su video. En el proceso creativo nacen muchas ideas y ambos buscan definir con el sonido sus sentimientos o pensamientos en ese momento. Victoria hace juegos con su misma voz, con loops que superpone capas entre sí en ‘L’Inconnue’, y que puede traernos a la mente a la voz de Melissa enmarcada con la imaginación de Scott Cortez en lovesliescrushing.

Llegar a ‘Dive‘ causa cierto desconcierto, pues los cambios por los que pasa a lo largo de sus 4:25 minutos de existencia va desde tranquilos campos en la imaginación pastoreados por el teclado de Victoria y su bella voz, mientras aparecen oportunos matices de Alex en la guitarra, que a la mitad de la canción es como encontrarse de frente con el Sol que enciende las emociones con ese cambio en la guitarra.

En ‘Black Car‘ se puede apreciar claramente la colaboración que tuvo Peter Kember en este álbum, haciéndolo más inmersivo y más “serio” auditivamente, en contraste con trabajos anteriores, dicha observación es notoria en la canción, de principio a fin, con ese arpegio en un acorde menor y una novena hasta el final con esa disipación con golpes en el bombo. Otro ejemplo es en ‘Woo’, con esa inusual octavación grave como base armónica y que contrasta con la guitarra de Alex y su estela de reverberación.

La última canción de 7 minutos, de nuevo la mística cifra, abre paso con un melancólico piano del cual hasta se percibe su resonancia. Cerca de la mitad, el piano cesa y la canción adquiere un tono más optimista, apareciendo por fin el característico “fuzz” de Alex en su guitarra, y que hasta tiene unos segundos para hacerse notar por sí solo, en una estela final que decrece como la cauda luminosa de un cometa que se dispersa en un hermoso acto de la naturaleza.