Una palabra basta para destrozar cualquier escenario. El parsimonioso clima de verano dejará de serlo una vez que las nubes negras descarguen su ira en forma de diluvio. Así que una sola nota musical será suficiente para recorrer aquella espalda y generar un espasmo –tenue pero profundo– cuando se sienta, mucho antes de ser escuchada. Un cúmulo de sensaciones nombradas, nueve de diez, con una sola palabra (‘December’, ‘Girl’, ‘Together’), enlistadas y vueltas canciones son el disco más reciente de Braids. “Es como la consciencia fuera de control que emerge a la superficie… la belleza que subyace a la belleza” expresó Angus Borsos, director del videoclip para la canción ‘In Kind’. Y es cierto, en parte: la serena orquestación de guitarras, teclados y la voz de Raphaelle Standell-Preston lo mismo pueden orillar al orgasmo que a la aburrición. Porque este disco también es la conciencia fuera de control que sumerge a las profundidades de, no sé, un río embravecido en el que tarde o temprano te ahogarás. Será que dura más de una hora, será la permanente sensación de quietud, pero para la mitad del disco uno tiene suficiente. Empalaga. Y entonces se echa de menos, siquiera, un poco de mordacidad: la malicia que subyace a cualquier belleza.